Prácticamente, todas las empresas estamos en la Transformación Digital, buscando eficiencia, servicio al cliente e innovación. Sin embargo, la transformación digital sin transformación cultural, un cambio radical en el modo de hacer las cosas, es puramente “digiticidio”, suicidio organizativo por la falta creencias de que las máquinas arreglarán lo que no hemos sido capaz de solucionar los humanos.
Vayamos pues, a la transformación. Cultural, al paso de una cultura corporativa jerárquica funcional, tan predecible como aburrida, a una cultura de procesos en aras de la excelencia (superar las expectativas del cliente) y favoreciendo una cultura de proyectos para ser más innovadores. Noble intención que convierte a nuestra empresa más sostenible.
El 80% de las compañías, pequeñas, medianas o grandes, “encarga” al departamento de Recursos Humanos la transformación cultural. Solos o en compañía de consultores convocan “focus groups” para enseñar al Comité de Dirección cómo es la cultura actual y un modelo de cultura deseada. Los más avezados señalan también la cultura idónea. Y se proponen actividades para que el resto de la organización se transforme. Todo para el César, pero sin el César.
La mayor parte del personal aprende la nueva terminología (resiliencia, empoderamiento, diversidad, liderazgo, etc) pero no cambia tanto, en la medida que ve que sus jefes se comportan en general como antes (ya les ha ido bien así). La principal fuente de aprendizaje es el contagio, mimetizarte, y usar palabras nuevas con conductas vetustas es la perfecta definición de cinismo, de postureo respecto a la transformación. Inmovilismo disfrazado.
La solución nos la aportó Gandhi, cuyo liderazgo en la independencia de la India es una buena práctica de Transformación: @be the change you want to see”; sé el cambio que quieres ver”. Cambia tú y el mundo cambiará contigo.
Porque el ejemplo es el/la líder. ¿Quieres que tu empresa sea más “cliente-céntrica”? Demuestra lo que te importan los clientes, no solo en el discurso sino en la agenda. ¿Valoras la innovación? Demuéstralo de forma cotidiana. ¿Te tomas en serio el talento? Sé la mejor práctica de atracción, fidelización, desarrollo y generación de compromiso.
El cambio personal, del CEO y del Comité de Dirección, se entrena a través del Coaching estratégico. Si no lo asume el equipo directivo, para el resto no será importante. Así de simple, así de complejo.
Los líderes son quienes transforman la cultura desde el ejemplo. Ya sabes: lo que haces habla tan claro que no me deja escuchar lo que dices. En palabras de Teresa de Ávila, “la verdad padece, pero no perece”.