Reunionitis: máximo 2 horas al díaComo directiv@s, debemos dar ejemplo de productividad, la gran carencia de nuestras empresas y de la economía española. En palabras de Waldo Emerson, “lo que haces habla tan alto que no me deja escuchar lo que dices”.Un reciente estudio de Slack Technologies, que es parte de Salesforce (una de las mejores empresas del mundo), entre 10.000 empleados de “cuello blanco” demuestra que las compañías deben evitar la reunionitis, uno de los mayores ladrones de tiempo, y limitar las reuniones diarias, presenciales o virtuales, a dos horas. Más de la mitad de l@s directiv@s se quejan de “reunionitis” porque prolonga innecesariamente las jornadas laborales, y más del cuarenta por ciento de los empleados opina lo mismo. Christina Janzer, vicepresidenta de Slack, ha llegado a decir que “cada minuto que pasas en una reunión es un minuto que pierdes no centrándote” y que “el foco es importante, siempre que sirva a un propósito”. El coste del exceso de reuniones y la larga duración de las mismas es enorme. Hay dos causas científicas para ello. La primera es la ley de Boyle-Mariotte, llamada así por el físico y químico irlandés Robert Boyle en 1662 y el físico y botánico francés Edma Mariotte en 1676. La ley es la siguiente: “Para un gas a temperatura constante, el volumen es inversamente proporcional a la presión sobre éste”. Cuando la presión disminuye, el volumen aumenta. Dicho en términos empresariales, cuando las reuniones se alargan demasiado, la situación se relaja. Hay una segunda ley que afecta a la reunionitis: la de los rendimientos decrecientes. Enunciada por el economista clásico David Ricardo, significa que la productividad desciende a partir de un punto dado. Ocurre con la tierra y también con el talento humano.A partir de los 90 minutos de atención, la misma decae enormemente. Pensemos en el deporte rey, el fútbol. Si los aficionados pudieran mantener la tensión más de hora y media, imagínate lo que durarían los partidos. Los encuentros de baloncesto, de 40 minutos en tiempo real, suelen durar un tiempo similar. En las nuevas generaciones, la atención incluso disminuye. Hay cinco tipos de atención: focalizada, sostenida, selectiva, alternante y decisiva. Lo que no se atiende (como la escucha) no se procesa; por eso es la base del aprendizaje. Es el paso de la inteligencia generadora (inconsciente) a la ejecutiva (a partir del umbral de la consciencia). No es por casualidad que los ciclos del sueño, con sus cinco fases, duran también 90 minutos. Moraleja: si las jornadas son una sucesión interminable de largas reuniones, tu gente no es suficientemente productiva. Si limitas (no por imposición, sino por cultura) las reuniones a menos de dos horas, y cada una a un máximo de 90 minutos, la productividad aumenta. Escapa de la locura, libera tiempo y, sí, consigue que tus empleados lo utilicen para la creatividad y la resolución de problemas.
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